martes, 2 de junio de 2015

Los 7 locos por la Compañía Teatral Quinto Piso. Dos reseñas: la de Alberto y la mía.



No puedo contabilizar las veces que tuve frente a mi pantalla la invitación de la Compañía Teatral Quinto Piso para ir a ver "Los Siete Locos" de Roberto Arlt.

Mis dudas eran muchas. Debo decir que soy una admiradora profunda de Roberto Arlt, lo leí muy joven y me identifique inmediatamente con su escritura descarnada, terrible, sin piedad para el lector ni para el mismo. Su pregunta "¿por qué no puedo tener yo derecho a una vida similar?" quedo grabada en mí para siempre.

Tengo una estructuración muy grande sobre Erdonsain, personaje principal de la obra, al cual lo veo siempre con el rostro del propio Arlt y con El Rufián Melancólico del cual también tengo una imagen muy acentuada.

Es tan difícil poder transmitir a Arlt, me decepcionó tanto la película que se realizó hace muchos años, que cada vez que proponen verlo temo en pasar un muy mal momento.

Finalmente, decidimos jugarnos y responder a la propuesta y allá fuimos al Paraje Arteson respirando hondo y dispuestos a tolerar, ser decepcionados nuevamente, pero tomarlo con la mayor calma posible. Así llegamos a esos lugares que Buenos Aires guarda para que podamos descubrirlos en medio de la mágica noche de nuestra ciudad.






Ahí estaba yo frente a esa puerta que me daba miedo cruzar. Pero que finalmente la pasamos, ya estaba dentro, en un espacio pequeño, donde los actores y el público están muy próximos y se respira el aire teatral solo existente en estos lugares. 








Recibimos el programa y mis dudas persistían, comenzó la obra, una adaptación de lo escrito por Arlt, pero mágicamente los 7 locos aparecieron en escena y lograron transmitir todo lo que Arlt es, sobre todo llegar a ahondar profundamente en su sufrimiento y sus acciones sin razón, hundiéndose en los más profundos desatinos y los hechos más viles para poder transmitir el dolor de vivir una vida conflictuada.



Integrantes de la Cia. Teatral Quinto Piso, gracias por su respeto por mi querido Roberto Arlt, por sus personajes, por haber comprendido y transmitirlo a la perfección lo que fue este escritor desdichado, pero único y muy difícil de teatralizarlo como ustedes lo hicieron.

Mis temores se convirtieron en la emoción de ver que hay quien es capaz de entender, sentir y transmitir a Arlt. Una noche a puro teatro en un rincón de Buenos Aires.

Reseña de Alberto:

Desde mi adolescencia fui leyendo y releyendo las obras de Roberto Arlt. Cada vez que me sumergía en el mundo torturado y torturante de sus personajes sufría una transformación. Me costaba evadirme de la ficción para acomodarme al mundo real, me sacudía tanto el mundo descarnado de sus obras que me hacía enojar con toda esa sociedad que me rodeaba. Me transformaba en un anarquista de ficción, en particular, cuando tomaba el tren y recorría los mismos mundos que describe Arlt, y experimentaba las mismas sensaciones opresivas, asfixiantes, de todas sus obras.

Imaginen con que expectativa concurrí a ver qué pasaba con una adaptación de la obra más conocida del escritor. Máxime después de haber padecido la experiencia devastadora del film, que deformó  totalmente la esencia fundamental de la obra y la bastardeó quedándose, apenas, con la anécdota, haciendo una sumatoria, imposible, entre "Los siete locos" y "Los lanzallamas", y con un final totalmente irrespetuoso. Absolutamente olvidable.

Y me encontré sorprendido. Gratamente sorprendido. Una obra magnífica, donde no se pretende repetir la historia del libro sino mostrar, precisamente, lo que Arlt transmite. Los siete locos presenta una interpretación notablemente bien manejada de cada uno de los siete. Con un respeto total por el espíritu de cada uno de ellos, sin alejarse, en ningún momento, de los personajes originales. Redondeando una historia que no es precisamente la narrada por el autor de las Aguafuertes Porteñas sino un inteligentísimo desarrollo de cada uno de sus personajes y una situación, azarosa, que los lleva a actuar como harían cada uno de los siete locos. No hay personajes inventados, no hay actitudes diferentes, son los mismos personajes que planteo el autor, respetuosamente enfrentando una situación creada, aunque no tan distinta.

Una actuación impecable de cada uno de los actores. Cuando el conjunto es tan importante, en cantidad, como en este grupo, notablemente, no hay puntos flojos. Es cierto que cuando uno lee a alguien su imaginación vuela y crea un personaje según su interpretación y vivencias personales. En lo que a mí respecta me encontré con un Endorsain, tal como yo lo pensaba. Descubrí al Rufián Melancólico que yo había creado en mi mente y un Astrólogo perfecto, con sus verdades y mentiras, igual a los que caminaron por mi cabeza cada vez que me adentré en el mundo de un autor que no ha tenido parangón.

Honestamente una obra para ver y, como en mi caso, para disfrutar. Un teatro pequeño, improvisado, con algo así como con treinta sillas, aproximadamente. Pero que, insólitamente, también hace a la representación. Un ambiente "arltiano" que acompaña a la obra a la perfección.

Como detalle aparte un altísimo puntaje para la música y las luces. Oportunísimas las dos. Muy bien puestas y un "seguidor" atento que da la iluminación perfecta para lo que se está desarrollando en un escenario inexistente. Algo para destacar.